El PP se ha convertido en un peligro para la
democracia. Su manipulación
permanente de las instituciones con fines partidistas, con el uso abusivo del
Decreto Ley, la instrumentalización reiterada del Tribunal Constitucional son
solo algunos ejemplos del nulo respeto de las reglas de juego democrático del
partido en el Gobierno.
Hoy en Catalunya puede
parecer que este comportamiento obedece
solo a su enfermiza obsesión de utilizar el conflicto catalán como cantera de
votos en toda España. Es así, pero no solo. El PP ha demostrado a lo largo
de esta legislatura hasta que punto tiene un desprecio absoluto a la regla
básica de la democracia, que es el respeto a los mecanismos de control del
poder, para evitar que una mayoría
absoluta conseguida un día en las urnas se convierta en un ejercicio
absolutista del poder.
En estos momentos no sé quien está más contento, si Rajoy con la convocatoria anticipada por parte
de Mas de las elecciones para el 27S o Mas con las respuestas pirómanas del PP.
Para el PP, el 27S es la mejor precampaña de las
generales que Rajoy podría imaginar.
Para Mas, las actuaciones pirómanas del
PP son agua de mayo.
Ambos comparten una estrategia, la amnesia en relación a sus políticas de pasado y el
silencio en relación al futuro. Así eluden explicar sus políticas laborales,
sociales, fiscales que por cierto comparten plenamente. Y también desvían la
atención de los casos de corrupción en los que ambos partidos, PP y CDC, están
incursos.
Que inmenso favor le ha hecho el PP a Mas, presentando una incendiaria reforma de la Ley del
Tribunal Constitucional, a las puertas de su comparecencia en la Diputación
Permanente del Parlament, en la que se le van a pedir explicaciones sobre las imputaciones de corrupción de CDC.
En este escenario de
polarización, el PP ha vuelto a
demostrar que a pirómanos no los gana nadie. Ante la evidencia que el conflicto entre
Catalunya y España solo tiene solución en el terreno de la política y con una
apuesta por el dialogo, el Grupo Popular del Congreso no se le ha ocurrido otra
cosa que presentar una Proposición de Ley para reformar la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional, con la que no tiene otra intención que echar gasolina al conflicto para intentar ganar cuatro votos
en Catalunya y España.
Una Ley, la del Tribunal Constitucional, que requiere
reformas importantes, que el Gobierno del PP no ha querido afrontar. Por ejemplo, para acabar con la discrecionalidad absoluta
que tiene su Presidente para gestionar la agenda del Tribunal y que en manos del
actual Presidente se ha convertido en
una arbitrariedad constante al servicio de la estrategia política del Gobierno.
Ejemplos hay muchos, aunque el más escandaloso es el del aplazamiento sin fecha
de la sentencia que debe resolver el Recurso de inconstitucionalidad presentado
en la anterior legislatura – hace 4 años- por el PP contra la Ley de
interrupción voluntaria del embarazo.
Rajoy, en vez de buscar acuerdos para reformas de gran calado, que requieren
de consenso, utiliza su mayoría absoluta para degradar hasta extremos
inconcebibles el Estado de derecho por la vía de Proposiciones de ley del PP que se tramitan por lectura única y trámite
de urgencia y que convierten el Parlamento en un mero convidado de piedra.
Lo ha hecho varias veces durante
esta legislatura y en temas de gran trascendencia política y sobre todo para el
Estado de Derecho. Ha utilizado en claro
fraude de Ley este procedimiento exprés
para acabar con la Ley de Justicia Universal y dar así satisfacción
a las exigencias de los mandarines del régimen chino. Lo que ha supuesto la
impunidad no solo de dictadores, sino de las mafias internacionales. También lo
ha hecho para reformar el Código Penal,
esta vez de común acuerdo con el PSOE, con la excusa de tener más
instrumentos con los que combatir el
terrorismo yihadista.
Ahora, al final de la
legislatura, el PP irrumpe en el 27S
demostrando hasta que punto esta dispuesto a morir matando. O sea, a salir
del Gobierno practicando a en su retirada la política de tierra quemada.
El PP ha presentado en el
Congreso una Proposición de Ley parareformar la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que a las pocas horas
ha tenido que enmendar, confirmando la improvisación
y el oportunismo con el que está actuando.
Por que lo hace ahora, es evidente. Se trata de ofrecer a Albiol munición electoral con la que su candidato el 27S pueda
ejercer el papel de sheriff que tan
buenos resultados le dio en su momento en Badalona, instrumentalizando sin
escrúpulos la problemática de la
inmigración. Pretende que sus votantes,
olviden las agresiones a los derechos laborales y sociales perpetradas por el
PP durante esta legislatura, en muchos casos con los votos de CIU, y le perdonen en las urnas estas tropelías en
nombre de la defensa de España.
¿Por que utiliza esta vía de la Proposición de Ley? Por las mismas razones que lo ha hecho otras veces.
En un inmenso fraude de Ley, con este procedimiento, el Gobierno se ahorra de
presentar un Proyecto de Ley que debería pasar por los informes preceptivos del Consejo de Estado y del Consejo General del
Poder Judicial.
Informes preceptivos que muy
probablemente, le dirían que, el Tribunal
Constitucional no es un Tribunal ordinario, que su función no es ejecutar sus
sentencias. Que el Tribunal Constitucional no es un Tribunal Contencioso
administrativo. Que su función se limita a ser interprete de la Constitución
Española y que corresponde a los Tribunales ordinarios la función de aplicar la
Constitución, junto con el resto del ordenamiento jurídico y ejecutar sus
sentencias.
Por supuesto el Gobierno y
el PP lo saben, pero su objetivo de hacer del Tribunal Constitucional y la
Constitución un recurso populista para ganar cuatro votos el 27S, le ha llevado
a este nuevo paroxismo que no hace nada
más que impedir un debate sereno y tratar de esconder sus políticas de agresión
a los derechos democráticos y sociales de la ciudadanía .
Esta por ver que recorrido
tiene la tramitación de esta Proposición de Ley antes de la disolución de las
Cortes. En todo caso, el daño al Estado
de Derecho ya está hecho.
Veremos como acaba esta nueva actuación de los
Pirómanos Populistas. No seria de
extrañar que, de aprobarse esta esperpéntica reforma, el primero en sufrirla
sea el propio Gobierno español. Cabe recordar que el PP, que tanto se llena la
boca de defensa constitucional, tiene en su haber reiterados incumplimientos de
las sentencias del Tribunal Constitucional. Eso, cuando no consigue que una
cuestión de competencias este pendiente de sentencia durante 10 años y al dictarse
ya no tenga sentido, porque la norma impugnada ya ha perdido su vigencia.
El PP puede acabar siendo el cazador, cazado. Aunque también cabe que hasta eso hayan calculado y
piensen que total después de las generales ya no estarán en el Gobierno. Y que
sus desaguisados los arregle otro.
Por salud democrática hay que expulsar a estos pirómanos
populistas de las instituciones de este país.
2 comentaris:
Comparar Mas amb Rajoy és una prova evident de la teva misèria moral i intel·lectual. Agrairia que, cobrant com cobres del nostres Impostos, et dignessis a contestar a twitter les preguntes de @jcanadell.
El análisis en que se hace una analogía entre Mas y Rajoy es de una amplitud de visión considerable, significa mostrar las miserias y el apoyo mutuo que se brindan ambas ideologías nacionalistas.
Lástima que cuando se lee el documento de la formación política en la que se presenta, Catalunya Sí Que Es Pot, se descubra que en realidad hay una complicidad evidente de esa fuerza política con la estrategia de "desconexión" de Mas, de CDC, de ERC y del nacionalismo catalán en su conjunto. Su crítica al PP no le lleva a valorar la necesaria solidaridad y el trabajo en común con la sociedad española que se enfrenta a sus políticas; en última instancia, para personas como usted, siempre Mas será "un dels nostres, un d'aquí" alguien por encima de las personas que se oponen a Rajoy en España.
Lo que lleva al caracter electoralista de su artículo, a la jugada, tan de usted y de su formación política (ICV) de practicar el doble discurso, dando prioridad a un u otro aspecto según conviene; pero procurando, en última instancia, quedar bien con uno de los nacionalismos.
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