Desconozco las
razones reales que han llevado al Gobierno a anunciar su cruzada para “limpiar”
twiter. Según el Ministro del Interior se trata de acabar con un “mal uso”
de las redes sociales. Aunque hay quien piensa – yo entre ellos – que en el
trasfondo aparece una clara voluntad de
control político de estas redes. Incluso es posible que haya influido la
necesidad de desviar la atención de los
entresijos internos del PP de León que, poco a poco, van apareciendo en
relación al asesinato de Isabel Carrasco.
En todo caso este anuncio nos ofrece la oportunidad de
reflexionar sobre la trascendencia de las redes sociales – no solo twiter- y su
uso por los ciudadanos y los poderes económicos y políticos.
No deja de ser curioso que el mismo gobierno que se mantiene
pasivo ante las permanentes vulneraciones
de derechos humanos perpetrados por los poderes económicos y políticos, con el tratamiento
masivo de datos que circulan por las redes, muestre su preocupación por lo
que llama “apología de la violencia” en la red. De mucha menor trascendencia
para la sociedad.
Aunque no sea este el elemento central del debate no está de
más que nos preguntemos sobre si es cierto que twiter actúa como una fabrica de violencia verbal o simplemente es un
expositor en el que se refleja una parte de la psicopatía de la sociedad. Es una interpretación interesada vincularlo a
twiter y a los conflictos sociales y políticos. No es infrecuente por ejemplo
que, ante un accidente de montaña con muertos, algunos ciudadanos comenten la
noticia con frases como “se lo merece por meterse en estos líos”
Vaya por delante que en
la sociedad hay más comportamientos empáticos que psicopáticos, pero estos como
todo lo negativo destacan más. La psicopatía entendida como la falta de
empatía hacia los otros es inherente al ser humano y se ha dado siempre en
cualquier sociedad, pero tengo la intuición que hoy prolifera aún más como
consecuencia de unos valores dominantes que destacan la competitividad sin
limites frente a la cooperación, el triunfo por encima de cualquier otro valor,
el beneficio individual aunque sea costa
de la ruina de muchos otros. Cuando todo
se mercantiliza hasta los derechos humanos, la psicopatía social encuentra su
hábitat perfecto.
Tres ejemplos para ilustrar esta afirmación. La crisis ha
puesto de manifiesto la ruptura – si es
que alguna vez existió- de los vínculos emocionales entre los poderosos y la
gente que sufre. La crisis ha hecho proliferar los comportamientos “triunfocratas” de quienes, a fuerza de destacar el
valor del esfuerzo, la excelencia, terminan criminalizando a los “perdedores” y
haciéndoles responsables de sus desgracias. La psicopatía social es alimentada
por quienes no dudan en ganarse la vida
instigando desde los grandes medios de comunicación este tipo de
comportamientos en programas a los que han tenido el mal gusto de llamarles
tertulias.
Si el Gobierno quiere contribuir a atenuar los impactos
negativos para la convivencia mejor que
dirija su mirada hacia esos programas y esos medios de comunicación y no hacia
twiter. Aunque solo sea porque su incidencia social es mucho mayor y porque
la propician personas a las que los propios medios han convertido en referentes
públicos. Eso si, en cualquier caso que se olvide del Código Penal.
EL tema central de la
reflexión que deberíamos hacernos es otro y tiene que ver con la transformación
que vive el mundo de la comunicación. En las sociedades modernas, el poder
ha pasado de usar la violencia física como medio de control social a otra forma
de violencia más sofisticada y eficiente que pasa por el control ideológico de
la ciudadanía a partir de la colonización de nuestras mentes. Eso no significa que los poderosos hayan
renunciado al uso de la violencia física como medio de control social,
simplemente la tienen en reserva por si fallan los mecanismos más sofisticados.
Y ello es tanto más peligroso cuanto más
se normaliza, interioriza y se hace imperceptible este control de nuestras
mentes.
Basta ver los procesos de concentración y de control de los
medios de comunicación privados y su conversión en divisiones mediáticas de
grandes grupos económicos.
Por eso tiene gran
trascendencia la entrada en escena de lo que se ha venido a llamar “medios de
autocomunicación de masas”. Como todos los procesos nuevos las incógnitas
sobre que nos deparara son muchas. El debate sobre si acabaran sirviendo para
emancipar a la sociedad o bien serán nuevos instrumentos más potentes para el
control social es tan real como complejo y aún esta verde.
Esta batalla por el uso social de las redes ya se esta dando
en muchos terrenos y es cada vez más evidente. De momento con algunas derrotas
y algunas victorias, como las recientes sentencias europeas para proteger
derechos ciudadanos. Nada nuevo que no
haya pasado antes en la historia con otras innovaciones tecnológicas y la
batalla por su control social.
Aunque el conflicto es de una gran complejidad, comienza a
simplificarse cuando importantes
sectores de la ciudadanía perciben que estas herramientas, de las cuales twiter
es la menos sofisticada, pueden servir
para eludir aunque sea parcial e incipientemente la intermediación de los
medios tradicionales en la comunicación entre ciudadanos. Y sobre todo
cuando nos permiten dotarnos de formas de relación y organización social que
superen el vacío provocado por la desaparición de los espacios de
socialización de la sociedad
industrialista. Por si no ha quedado claro no me estoy refiriendo al debate
sobre el modelo industrial de los medios de comunicación tradicionales.
La batalla no ha
hecho más que empezar. Las reacciones de los poderosos, que han pasado de
ningunear el papel de estos medios de autocomunicación a combatirlos, pone de
manifiesto la trascendencia presente y sobre todo futura que le otorgan.
Los ciudadanos podemos seguir dudando o
reflexionando teóricamente sobre pros y contra. O podemos actuar. Sin caer en
un adanismo juvenil, lo cierto es que lo viejo, las formas de comunicación y
organización social de la sociedad industrialista, ha demostrado sus
limitaciones para combatir el poder globalizado. Abrir puertas a estas nuevas formas de comunicación y
organización social es una oportunidad. Sin
olvidar que, como demuestra la historia, nada desaparece de golpe y nada se
hace en 7 días, salvo en los relatos mitológicos
1 comentari:
¿Conspiración versus conspiranoia?
¿Acaso Isabel Carrasco es un nuevo instrumento (de falsa bandera) del poder para tener excusa para leyes restrictivas?
¿Deberían analizar los adheridos si son prescindibles o no para sus jefes?
¿esperaban con esto solidaridad ciudadana y criminalizar a los beligerantes matando dos pájaros de un tiro?
¿era molesta Carrasco para sus correligionarios?
¿por que siempre antes de unas elecciones?
¿Es la ridiculización de los conspiranoicos una estrategia para evitar el análisis crítico de los tejemanejes del poder?
¡Los designios del fascismo son inexcrutables...!
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