Hoy
en pleno “ferragosto” el Gobierno español presenta el balance de 18 meses de
aplicación de la Reforma Laboral
aprobada por PP y CIU.
Como
es lógico, los mentores de la reforma laboral defienden sus “logros” con el
argumento de que sin ella hubiera sido todo mucho peor. Un argumento que por
ucrónico es imposible debatir.
El balance de la reforma
laboral se puede hacer con distintos parámetros. En función de los objetivos que
decía perseguir. O en base a sus verdaderos objetivos, los de la agenda oculta
del Gobierno, hoy ya muy evidentes. También analizando los impactos
estructurales que están provocando en las relaciones laborales y el modelo
económico y productivo de nuestro país.
Si atendemos a los
objetivos que el Gobierno, PP y CIU y la propia norma en su exposición de
motivos decían perseguir:
reducir el desempleo, mejorar la calidad del empleo y apostar porque el ajuste
se hiciera vía “flexibilidad interna” y no destrucción de empleo, el balance es
un monumental fracaso. Todos los
datos, se miren como se miren, confirman que no solo no se ha recuperado el
empleo, sino que la destrucción ha continuado a unos ritmos brutales. Este año 2013, también se va a cerrar con
una importante destrucción de empleo en términos interanuales. Sea, cual
sea el parámetro de calidad del empleo, estabilidad, salarios o condiciones de
trabajo, el balance es catastrófico. Más
temporalidad, caída generalizada de los salarios y deterioro de condiciones de
trabajo. Y si atendemos al objetivo de modificar los mecanismos de ajuste
frente a la crisis, el fracaso es también rotundo. Han aumentando los procesos de desregulación de condiciones de trabajo,
pero eso no ha supuesto menos destrucción de empleo, al contrario. Las
empresas han utilizado indistinta y complementariamente los muchos mecanismos de
ajuste unilateral que la reforma laboral ha puesto a su alcance.
Este fracaso de la reforma
laboral es solo aparente
porque si se atiende a sus verdaderos
objetivos ha sido todo un éxito. La agenda oculta, hoy muy evidente, de la reforma
buscaba unos objetivos muy distintos a los declarados. Provocar una devaluación de salarios – no de rentas, porque los
beneficios empresariales no quedan afectados – como principal mecanismo de
desendeudamiento de la economía. Aprovechar
la crisis para imponer una contrarreforma en el modelo de relaciones laborales
que diera todo el poder a las empresas y deteriorara la capacidad de la
negociación colectiva.
Para justificar la
Reforma, sus defensores argumentaron una supuesta rigidez salarial que impedía un ajuste no traumático
y provocaba destrucción de empleo. Hoy ya es evidente que eso es absolutamente
falso. En su momento y aprovechando la debilidad y atraso de nuestras fuentes
estadísticas, se utilizaron datos de
salario medio del Registro de Convenios Colectivos y del INE para justificar
que en 2009 los salarios no bajaban. Se ocultó lo que se conoce como efecto
composición. En la medida que la destrucción de empleo afectó inicialmente a
temporales con salario más bajo, la media prácticamente no se movía, pero en
términos reales los salarios comenzaron a caer en picado ya en 2009.
Hoy se disponen de más
datos que desmienten la falacia de la rigidez salarial. Si se atiende a la evolución del
salario medio por hora se pasó de un incremento del 4,8% en 2008 al 0,7% del
2010. Si atendemos a la Muestra Continúa de Vidas Laborales (muestra entre
trabajadores más estables y mejores salarios) la caída es más espectacular en
el sector privado donde se pasa del 5,8% de incremento del 2008 al 0,3% en el
2009. Todos estos datos son corroborados por las memorias de la Agencia
Tributaria hasta el 2011.
¿Y
si no había rigidez salarial, cual era el objetivo salarial de la reforma? Provocar una devaluación interna vía
salarios que sirviera como mecanismo de devaluación interna de la economía y de
desendeudamiento de las empresas. Y lo ha conseguido. Durante la crisis,
los salarios han perdido peso en la distribución de la renta, han pasado de
significar el 54% del PIB en 2008 al 49% a comienzos del 2013. Esta pérdida
salarial no ha ido ni a mantener empleo, ni a reinversión productiva, sino a
beneficios con los que se ha reducido el endeudamiento de las empresas, por un
importe que supera los 60.000 millones de euros. Los trabajadores han
contribuido pues de manera forzada al saneamiento económico por partida doble. Haciendo de banco para las empresas
privadas con una parte de su salario y pagando el rescate bancario con sus
impuestos.
El
segundo gran objetivo de la reforma era y es devaluar estructuralmente el papel
de la negociación colectiva y reducir la capacidad de intervención sindical en
las relaciones laborales. Todos los datos, que tendremos oportunidad de ir
comentando más adelante, apuntan a otro éxito de la reforma laboral. Los
mecanismos de ajuste interno se han convertido en unilaterales. Hoy la
modificación substancial de condiciones de trabajo (art 41 ET), la desaparición
de la autorización administrativa previa en los ERES, el descuelgue empresarial
de los acuerdos colectivos, la prioridad del convenio de empresa “in peius” o sea peor que el sectorial y
la caída de la vigencia de los convenios ha
provocado un tsunami desregulador.
Nótese
que son reformas que se hacen por razones coyunturales, la crisis, pero tienen
impactos estructurales.
Aquí conviene destacar
que los Tribunales han puesto ciertos límites a los objetivos desreguladores de
la reforma
utilizando para ello la doctrina del Constitucional sobre el artículo 35 de la
CE, los Convenios de la OIT y la Directiva de despidos colectivos de la
UE. Es por eso que, las grandes
empresas, insaciables, han puesto en marcha una campaña para exigir una nueva
reforma. Que parece ser que la Ministra Bañez pretende abordar con el zafío
argumento de mejoras técnicas. Al parecer se trata de nuevo de impedir o
dificultar al máximo la tutela judicial de los trabajadores. Alerta con los intentos de aprobar el
contrato único, el rey de las falacias desreguladoras.
Solo 18 meses de
aplicación de la reforma laboral ya han sido suficientes para comprobar algunos
de sus perversos efectos colaterales.
Tres muy evidentes: la caída de la calidad del empleo y los salarios además de
su impacto social está dificultando la
salida de la crisis en un país en el cual 3 de cada 4 trabajadores dependen del
consumo interno. Las políticas de precariedad están incentivando aún más
una apuesta por un tejido productivo escasamente competitivo y dificultarán el
deseado cambio de patrón productivo. El
mercado laboral español es un incentivo de primer orden para alimentar nuevas
burbujas especulativas. Y están apareciendo evidencias de “dumping social” interno.
La posibilidad de que convenios de empresa puedan establecer condiciones peores
que el sectorial esta provocando su proliferación artificial, especialmente en
el sector de servicios a empresas y administraciones públicas. Las empresas serias están perdiendo la
batalla frente a las empresas buitres gracias a la reforma.
Mi último comentario
se refiere a Catalunya.
Sorprende, o quizás no, que mientras se habla desde CIU de crear estructuras de
Estado, se contribuya con su voto a la destrucción de las existentes. Antes de
la reforma laboral, el Gobierno catalán podía intervenir en los ERES,
ejerciendo su capacidad política y administrativa. Hoy gracias a la reforma
aprobada por PP y CIU esta capacidad ha desaparecido. Se confirma una vez más
el modelo que algunos quieren para Catalunya consiste en disputar el poder
político a España, para cedérselo a los mercados. No es això companys, no és
això.
4 comentaris:
madre mia lo que has soltado, te has enterado tu de lo que pones? te aconsejo que busques un trabajo en algun sitio y dejes de chupar dienro publico que pagamos los que SI trabajamos, no me defiendas mas PF
Anónimo, ¿podrías justificar tu opinión respecto el texto de Joan Coscubiela y explicarnos al resto en qué está equivocado? Gracias.
Anónimo! Se te ve el PPlumero.
soy de los que cambia de voto segun vea el resultado de la legislatura, desde luego no votaria a nadie que critica y critica y no da soluciones logicas, ademas si voto al PP que lo he hecho una vez y al psoe que lo he hecho varias ¿ cual es el problema ? no hay lo que llamamos democracia ? o solo es democracia si se vota a unos ?
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