Las
últimas informaciones sobre la trama Bárcenas-PP han sido la gota que colma el
vaso y han provocado un clima social absolutamente irrespirable. Resulta
insufrible para la ciudadanía comprobar que, mientras se le recomienda austeridad
y se le imponen sacrificios enormes, una casta económica y una nomenclatura
política, consorciadas, se benefician impunemente de sus posiciones de poder.
España
tiene a una buena parte de las instituciones políticas, desde el Gobierno
central hasta los Gobiernos de algunas Comunidades Autónomas -entre ellas,
Cataluña- y un número importante de ayuntamientos, bajo la sospecha de la
corrupción. Y a los partidos políticos que tienen o han tenido
responsabilidades de gobierno, señalados por algo más que presuntas corruptelas
de financiación irregular, combinado con enriquecimiento personal en algunos
casos. Y por si fuera poco, en la charca está metida hasta las cejas la
Monarquía, o sea, la Jefatura del Estado.
Todo
ello incrementa la percepción de desconfianza de la ciudadanía en las
instituciones y más allá, en todas las
organizaciones o espacios colectivos, que ven cómo se deteriora su
legitimidad y autoridad para representar intereses, proponer proyectos sociales
o hacer propuestas creíbles.
Asistimos,
sin duda, al final de un sistema, de una época, nacida del Pacto de la
Transición, aunque sus protagonistas se nieguen a aceptarlo. Y nos cuesta saber
qué hacer y sobre todo cómo hacerlo. Con lo que, cuantos más casos de
corrupción aparecen y más se insiste en su denuncia sin dar con una solución,
más nos metemos en un callejón sin salida.
Ayer,
algunos planteamos la dimisión inmediata de Mariano Rajoy como Presidente del
Gobierno. España, inmersa en una crisis económica sin precedentes, no puede tener
durante un minuto más un Presidente que está bajo sospecha de haber contribuido
a montar una trama de financiación irregular y haberse aprovechado
personalmente de ello. Rajoy, después de las últimas informaciones, no tiene
ninguna credibilidad para decirnos que la causa de la crisis es que todos hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades. No tiene autoridad cuando nos dice
que el único camino es la austeridad suicida e injusta. No tiene autoridad para
imponer recortes y sacrificios. No tiene credibilidad, autoridad ni
legitimidad, ni en el país ni ante sus socios y el mundo, para continuar siendo
el Presidente del Gobierno. Debe dimitir ya.
Pero la
dimisión de Rajoy no es suficiente. Urge convocar elecciones, pero no unas
elecciones más. Necesitamos que las elecciones abran paso a un proceso
constituyente. Si Rajoy dimite y se convocan unas elecciones cualesquiera, lo
único que conseguiremos, en el menos malo de los supuestos, es cambiar el
Consejo de Administración del sistema, pero no cambiar el sistema.
Un
proceso constituyente que sea capaz de abordar los retos, comenzando por el de
la recuperación para la ciudadanía de la soberanía popular, que hoy nos ha sido
arrebatada. Un proceso que siente las bases de un nuevo modelo socioeconómico,
una reforma en profundidad de las instituciones políticas y de las formas de
participación y representación y también un proyecto de nueva estructura de
Estado.
Que
nadie espere que las fuerzas para este proyecto de regeneración democrática
salgan del mundo de la política, que está bloqueado y sin fuerzas reformistas
suficientes. Quienes tienen fuerza política para ello no pueden, porque están
pringados hasta las cejas. Y quienes no lo están, no disponen de fuerza
política suficiente, ni la tendrían por muy buenos resultados que obtuvieran en
unas próximas elecciones.
Para
transformar la realidad es imprescindible conocerla y sobre todo no negarla y
saberla interpretar. En la política actual, no hay suficientes fuerzas
regeneracionistas para crear un nuevo proceso constituyente. Se precisa el
concurso de la sociedad, de sus organizaciones, de las personas que puedan
tener algún tipo de auctoritas moral
e intelectual para impulsar el proceso.
La
historia nos dice que, en situaciones de bloqueo como la nuestra, la ruptura
sólo sobreviene por la combinación entre empuje externo al sistema y pacto con
los elementos reformistas que el sistema aún mantiene.
Si
queremos salir de este brutal atolladero, que está carcomiendo la convivencia
democrática, hay que comenzar por identificar las bases de la regeneración en
que debe consistir el proceso constituyente.
Es
imprescindible que encontremos ese mínimo común regeneracionista y el espacio
en que construirlo. Organizaciones y movimientos sociales, con la implicación
activa de los auctoritas en los que
la sociedad pueda reconocerse, deben ponerse a trabajar.
No hay
agenda social, ni económica, ni ambiental, ni nacional, mientras subsista esta
situación. Y cuantos más días pasen sin que sea desbloqueada, más omnipresente se va a hacer la agenda de
la corrupción.
El
camino, creo, pasa por la dimisión de Rajoy, la convocatoria de elecciones
constituyentes y la identificación de un proyecto regeneracionista con
capacidad para ser el punto de encuentro de las fuerzas rupturistas de fuera
del sistema y las posiciones reformistas que aún existen en el actual mundo de
la política.
4 comentaris:
Totalment d'acord, Coscu. Però, per tal de que no es torni a reproduïr la situació en un futur cal crear instruments de control concrets i eficients de la democracia participativa sobre la representativa. Hem de fer també un procés constituent de la nova Ágora a la xarxa.
Estoy muy de acuerdo con lo que has publicado, Coscu. También creo que hay que reiniciar y construir desde la base un nuevo modelo social y un nuevo modelo democrático y a la vez fomentar la democracia directa que es sin duda la democracia mas pura. Saludos.
A Catalunya tenim l'oportunitat de fer tot això amb la independència. Seria en el procés d'elaborar la constitució de Catalunya en el que podríem introduir totes les mesures democràtiques necessàries per a una millor separació de poders i una major independència dels partits polítics respecte els poders econòmics. Per exemple podríem tenir un tribunal constitucional realment independent amb jutges vitalicis i no aquesta farsa del Tribunal Constitucional Español.
La veritat és que no entenc perquè ICV-EUiA no es manifesta clarament a favor de la independència de Catalunya. ¿Preferiu ser un partidet d'Espanya que un partidàs de Catalunya ?
Me parece increíble que un político en activo, en el parlamento, pregunte lo que hay que hacer.....Mirá, de momento abandonar esa institución que da cobertura al poder económico y, ahora (tal vez siempre), a la corrupción más despiadada, al clientelismo y al tráfico de influencias.
Si no sois capaces como organización política, no esperes que la sociedad por sí misma lo haga. Ahí están los fracasos de las intentonas del 15M, del 25, 26, etc.S, y otros tantos.
La solución posible te la doy yo: no votar para no legitimar tanto despropósito y, como es natural, no presentarse a las elecciones.
Para ilustrarte un poco más: http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/. Exmilitante de IU, exmilitante del PCE, exafiliado de CCOO, etc. etc.
Las acciones llevadas a cabo en otros tiempos no son válidas ahora, las que serían eficaces son inconfesables.
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